miércoles, 13 de febrero de 2013

Martes y 13



Nunca lloré por tener que ir a clase. Al contrario, pues dice mi madre que con menos de 3 años peleaba para que me dejaran ir con todos esos colegiales a los que desde la puerta de casa veía pasar con sus maletas.

Y tanto insistí que hasta convencí a las monjas encargadas del preescolar para que me admitieran, aunque no sin antes demostrar que no me hacía pis, sabía las vocales y coloreaba sin salirme del contorno de los dibujos.

Entonces comenzó mi relación con el 13, mi número de la lista durante toda la etapa escolar, la más fértil y feliz de toda mi vida. Siempre cargada de optimismo e ilusión por lo aprendido y lo que podía descubrir.

Y optimismo e ilusión también han querido transmitir algunos representantes públicos en sus mensajes de fin de año y pronósticos para el nuevo ejercicio, que curiosamente ha empezado en martes y termina en 13.

Los martes 13 son días cargados de connotaciones, en general negativas por aquello de los trece comensales de la última cena o el dios de la guerra. Sin embargo, ¿qué importa la fatídica fecha o la cruda realidad?

Rajoy pide comprensión y justifica sus reformas; De Guindos dice que España creará empleo en el último trimestre del año, y Rivero afirma que 2013 será mejor que 2012 y que Canarias avanza hacia un tiempo mejor.

Imposible creer en los políticos. No sólo se han convertido en especialistas de “donde dije digo ahora digo diego”, sino que además sus palabras llegan acompañadas de hechos como un índice de paro regional que supera el 33 por ciento, subidas de precios en servicios básicos e impuestos o eliminación de deducciones por vivienda.

Claro que 2013 puede tener una lectura positiva, que no tiene porqué ser posible sólo para quienes ven suerte en lo que otros ven negro - tal vez con esto tenga que ver el crecimiento de la brecha social o que haya más de 300 políticos españoles imputados por corrupción.

Pero si se quiere dejar de lado las supersticiones o malos augurios y transmitir esperanza, tal y como parece que han pretendido hacer nuestros políticos al no prestar atención ni a las creencias y ni a los sufrimientos populares, hace falta algo más que palabras huecas. Imposible conseguirlo cuando no existe más plan que recortar y recortar para que cuadren las cuentas.

El horizonte de aprender y hacerme grande me hacía levantarme temprano y correr contenta hasta llegar al colegio. Era y quiero ser optimista, pero ¿cuáles son las expectativas de los gobiernos? ¿Qué proyectos tienen para los canarios y todos los españoles?

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