Era
lunes. Volvía a clase y podía enseñar a mis amigas mi suéter nuevo. Era muy
caro, pero me empeñé y mi madre, que casi siempre me ha hecho el gusto en todo,
me lo compró. ¡Qué bonito era! Me lo puse nada más levantarme, me bebí un vaso
de leche y salí corriendo para la escuela.
Iba
feliz, pero como suele suceder, la felicidad duró poco. ¡Oye – me apuntó una
conocida situada detrás de mí en la fila que hacíamos para entrar al aula-,
tienes el suéter roto! ¿Qué? No me lo podía creer, cómo era posible. Fui
corriendo al baño y comprobé la desgracia: el suéter estaba rajado desde debajo
de un brazo hasta media espalda.
Llena
de rabia me quité la prenda y me la até a la cintura. “Cuando llegue a casa se
va a enterar”, me dije para mis adentros. “¿Fuiste tú? Yo no fi, yo no fi”, balbuceó mi hermana, que tenía miedo de reconocer su falta. El
suéter le gustaba tanto como a mí y lo había cogido; se enganchó y lo rompió,
pero sabía lo que me dolía, así que no dijo nada, como nada me dice ya Fitur.
Ayer
se inauguró la Feria Internacional de Turismo y yo no fui. Yo no fi, como hubiera
dicho aquella niña pequeña. Este año tampoco. Hace tiempo que dejé de creer en
lo que allí se dice y hace, un puñado de apariencias y afirmaciones huecas como
la que hizo el presidente regional al asegurar que “Canarias está de moda”.
El
representante autonómico aludió a las buenas cifras con las que el Archipiélago
cerró 2013 - más de 12,1 millones de turistas – y a las reservas previstas para
este año pues, según aseguró, se cifran ya en un millón de plazas más. Y se suman a estas declaraciones la de otros
mandatarios canarios que han aludido a las grandes cantidades de dinero
generadas por el turismo.
Los
beneficios para cada isla se cuentan por millones de euros. Sí, han leído bien.
Así se ha dicho en el entorno de Fitur: millones de euros, que incluso llegan a
duplicar presupuestos insulares y a los que hay que añadir los dineros de los
ayuntamientos, los cabildos, el gobierno regional, el ejecutivo nacional y, por
supuesto, la inversión privada. ¿Cómo es posible entonces que sigamos siendo un
territorio con tantas necesidades y tanto paro?
Algo
falla en Canarias donde presumimos de tener uno de los mejores índices
turísticos y no nos avergonzamos de ser una de las regiones con más desempleo,
peores sueldos y prestaciones públicas más precarias. Es verdad que la
promoción siempre es buena, pero mejor sería dejarnos de “maravillas” y
afrontar con verdadera responsabilidad la gestión de los recursos.
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