jueves, 23 de enero de 2014

Fi-tur, yo no fi




Era lunes. Volvía a clase y podía enseñar a mis amigas mi suéter nuevo. Era muy caro, pero me empeñé y mi madre, que casi siempre me ha hecho el gusto en todo, me lo compró. ¡Qué bonito era! Me lo puse nada más levantarme, me bebí un vaso de leche y salí corriendo para la escuela.

Iba feliz, pero como suele suceder, la felicidad duró poco. ¡Oye – me apuntó una conocida situada detrás de mí en la fila que hacíamos para entrar al aula-, tienes el suéter roto! ¿Qué? No me lo podía creer, cómo era posible. Fui corriendo al baño y comprobé la desgracia: el suéter estaba rajado desde debajo de un brazo hasta media espalda.

Llena de rabia me quité la prenda y me la até a la cintura. “Cuando llegue a casa se va a enterar”, me dije para mis adentros. “¿Fuiste tú? Yo no fi, yo no fi”, balbuceó mi hermana, que tenía miedo de reconocer su falta. El suéter le gustaba tanto como a mí y lo había cogido; se enganchó y lo rompió, pero sabía lo que me dolía, así que no dijo nada, como nada me dice ya Fitur.

Ayer se inauguró la Feria Internacional de Turismo y yo no fui. Yo no fi, como hubiera dicho aquella niña pequeña. Este año tampoco. Hace tiempo que dejé de creer en lo que allí se dice y hace, un puñado de apariencias y afirmaciones huecas como la que hizo el presidente regional al asegurar que “Canarias está de moda”.

El representante autonómico aludió a las buenas cifras con las que el Archipiélago cerró 2013 - más de 12,1 millones de turistas – y a las reservas previstas para este año pues, según aseguró, se cifran ya en un millón de plazas más.  Y se suman a estas declaraciones la de otros mandatarios canarios que han aludido a las grandes cantidades de dinero generadas por el turismo.

Los beneficios para cada isla se cuentan por millones de euros. Sí, han leído bien. Así se ha dicho en el entorno de Fitur: millones de euros, que incluso llegan a duplicar presupuestos insulares y a los que hay que añadir los dineros de los ayuntamientos, los cabildos, el gobierno regional, el ejecutivo nacional y, por supuesto, la inversión privada. ¿Cómo es posible entonces que sigamos siendo un territorio con tantas necesidades y tanto paro?

Algo falla en Canarias donde presumimos de tener uno de los mejores índices turísticos y no nos avergonzamos de ser una de las regiones con más desempleo, peores sueldos y prestaciones públicas más precarias. Es verdad que la promoción siempre es buena, pero mejor sería dejarnos de “maravillas” y afrontar con verdadera responsabilidad la gestión de los recursos.

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