jueves, 6 de febrero de 2014

Coca cola del paro




Siempre me gustó más la Pepsi y hasta hubo un tiempo en el que mi favorito era la Mirinda… Llevaba una falda de pana marrón, con un peto en el que destacaba un gran girasol  amarillo. Era mi primera boda y bebí cuanto pude. Escondida bajo una mesa con mi tío Javi, tan sólo dos años mayor que yo, acabamos con todos los refrescos de la fiesta.

Luego llegaron las modas, los anuncios… y la chispa de la vida se impuso, pese a que no han sido pocos los nutricionistas que han advertido de los efectos nocivos para la salud. El ser humano, sin embargo, siempre se ha dejado tentar por el pecado. El riesgo nos llena de adrenalina y gozamos aunque conozcamos los daños.

Además, la bebida negra y gaseosa nunca ha estado prohibida, así que nos dimos todos a la lujuria de las burbujas hasta que esta semana la realidad se hizo presente y empezamos a reaccionar, pasando de aplaudir geniales publicidades y consumir como posesos a declararnos en huelga de bebida.

Los diputados del PSOE afirman que no beberán Coca-Cola mientras la empresa mantenga despidos. Pretenden forzar a la multinacional a asegurar los 1.250 puestos de trabajo amenazados en España – 50 en Canarias -, por medio de un ERE que se ha propagado en las redes sociales con frases tan ingeniosas como “coca cola del paro”.


Las pretensiones de la empresa se consideran injustificadas, pues hay beneficios, pero justificación y raciocinio han pasado de moda. Los hechos ya no tienen una verdad global, y así hay quien considera acertadas acciones y frases tan vergonzantes como el bloqueo de casi 7.000 preguntas de la oposición por parte del presidente del Senado; la fijación de un sueldo para la reina y la princesa, pagado con dinero público que no tenemos, o la exigencia de “que se calle”, lanzada nada menos que por el presidente del Gobierno al líder del PSOE.

Imprudente e inapropiada, pero la de Rajoy no es la única salida de tono semejante que en los últimos días ha protagonizado la derecha española, en la que también figura la “bien arreglada” vicepresidenta y sus denuncias ante los escraches, o María Dolores de Cospedal, que ha asegurado que “es el PP o la nada”.

¡Vaya talante democrático el de este país! No es de extrañar que nos encontremos en un momento tan efervescente como los refrescos recién abiertos. No hay más hueco para tanta palabrería. Ni recuperación ni fin de la crisis, pregunten si no a los trabajadores de la popular bebida que pronto podrían sumarse a los millones que ya sufren el paro.

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