¡Hace
falta ya una huelga, una huelga, hace falta ya una huelga general! Las voces se
oían por todo Santa Cruz. Vivíamos mayo del 94; la sexta convocatoria nacional,
y la segunda vez que me tocaba informar de esa manifestación laboral.
Tenía
experiencia y el periódico me asignó dos páginas para que relatara la protesta.
Padecíamos el hasta entonces máximo nivel de desempleo, y se rechazaba una
reforma que abarataba el despido.
El paro
superaba entonces el 20% y atravesábamos una crisis. Igual que hoy, el Gobierno
hacía caso omiso a las demandas sindicales. Existe, no obstante, una gran
diferencia: más del 27% de la población activa nacional actual no tiene trabajo
y la cifra supera el 34% en Canarias.
Las
razones para una nueva convocatoria, de la que han empezado a hablar los
sindicatos a nivel regional, se han multiplicado. Sobran, por tanto, los
pronunciamientos empresariales que tildan de “ocurrencia” el anuncio sindical.
Es tiempo, además, de que unos y otros dejen de considerarse enemigos.
Cuando
trabajaba en el diario también era miembro del comité de empresa y por eso la
dirección me consideraba un adversario. Nada más lejos de la realidad. El
objetivo – hoy más vigente que nunca – era que todos estuviéramos mejor.
Dueños, directivos, trabajadores y hasta políticos nos necesitábamos y nos necesitamos unos a
otros ¿Cuándo lo vamos a aprender?
¿Qué hace
falta para que llevemos más allá de la teoría la imprescindible apuesta por un
pacto por el empleo? ¿Permitiremos que se cumplan los pronósticos que hablan de
400.000 desempleados en las Islas y 200.000 sin ninguna prestación?
¡Ya está
bien! Cuando la economía española encadena siete trimestres consecutivos de
caídas, no es tiempo de rivalidades estériles, como tampoco lo es de mantener
cabezonamente las políticas de recortes. ¿Acaso tienen razón los que aseguran
que la reforma del PP no obedece a la crisis si no a una ideología?
Se pinte
como se pinte, se ha destruido un millón de empleos en todo el Estado y la
cifra no es mejor en el Archipiélago, con una pérdida de 9.500 puestos de
trabajo en los tres primeros meses de este año.
Surgen
planes para combatir el 69% del paro entre los más jóvenes y parece que no se
olvidan tampoco las escasas perspectivas de quienes tienen más de 40 años. Sin
embargo, mientras no se cambie de mentalidad; mientras no modifiquemos el
rumbo, y mientras no fluya la financiación, nada dará resultado.
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