Mentiras políticas
Lala era
mi tía política y digo era porque se divorció de mi tío y ha perdido el
“título” legal. Cuestión distinta es si lo merecía o no - siempre ha habido
parientes más allá de la sangre -, pero ese es otro tema. Lo que importa en esta
falsa historia es la relación entre política y verdad o, más bien, entre
política y mentira.
La
mentira se ha convertido en reina. Ha traspasado todos los límites y ya resulta
muy complicado distinguir la verdad. Incluso la confesión y el perdón se usan
como armas para mantenerse como rey, presidente, ministro, consejero, alcalde o
concejal. Y no sólo se miente para gobernar, sino que también se recurre a esta
práctica para hacer oposición. En uno y en otro lado se multiplican los
embustes.
El
desprestigio de la política y el distanciamiento del pueblo no tiene otro
origen. Claro que también está la corrupción y por supuesto que siempre ha
existido el engaño, pero la política actual ha transformado la farsa en un arte
tal que ni siquiera soñó Aristóteles al escribir “La retórica”, y probablemente
tampoco imaginó Maquiavelo cuando redactó “El príncipe”.
Rajoy
asegura que estamos
saliendo de la crisis y defiende las medidas económicas de su
Gobierno. Afirma que recortes, privatizaciones y subida de impuestos permiten
la recuperación y la creación de empleo. Incluso se atreve a decir que han
evitado el rescate de la Unión Europea, y todo eso cuando el paro se ha
convertido en el mayor drama del país o se ha recurrido a fondos comunitarios
no para salvar al trabajador, sino a la banca.
El
presidente estatal osa añadir que los pensionistas recuperan poder adquisitivo,
pero debe referirse a gente de otro planeta, porque aquí la mayoría tienen serias dificultades para llegar a fin
de mes y, además, se ve en la obligación de socorrer a hijos y nietos que se
han quedado sin trabajo.
Triste
realidad nacional, también regional – sin excepción de autonomías – y local. En Canarias hay nuevos
equilibrios de poder, pero se mantienen viejas prácticas; planes que sólo son
palabras, y austeridad sólo para el eslabón más débil de la cadena, que del
mismo modo aplican los representantes municipales, a los que no les cuesta
sonreír pese a que prometen y obvian lo prometido.
El
desencanto, el desapego y el hasta rechazo son el resultado. Sucede igual que
sucedió cuando me enteré de que mi tía política ya no era mi tía. Cuando la
patraña se desvela se quiebra la confianza y muy complicado será componerla
mientras persistan las mentiras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario