jueves, 16 de mayo de 2013

Sin nada en que creer



Ayer se cumplió el segundo aniversario del único movimiento que en los últimos tiempos ha logrado insuflar un poco de aire fresco a la vida política, social y económica de este país. Ayer fue 15M y poco más hay en lo que todavía sea posible creer.

 

“Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos…” Así rezaba de pequeña, pero poco a poco los mitos se fueron cayendo. Quise creer entonces en el poder del ser humano y me llené de energía, pero el ser humano, por querer ser todopoderoso, también se ha desvelado como una especie egoísta y sin escrúpulos.

 

No es que haya perdido la fe en las personas, a las que aún creo capaces de los mayores prodigios, pero cada vez resulta más complicado enfrentarse a la realidad sin sentir un poco de asco. Casos y más casos de corrupción;  irregularidades nacionales, regionales y también locales – léase la petición del Supremo para juzgar al ex alcalde Miguel Zerolo - o superposición de intereses partidistas frente a la protección del patrimonio natural – el Gobierno del PP le niega a La Gomera la protección de los montes con medios aéreos –

 

Igual de triste resultan las mociones de censura como la que acaba de sufrir el alcalde de Güímar y de la que sólo se desprende una triste conclusión: “quítate tú pa’ ponerme yo”, o peor aún: “vamos a seguir desestabilizando a ver si logramos romper el pacto regional”.

 

Claro que es legítimo querer gobernar, pero no tanto cuando atravesamos la peor crisis que se recuerda; cuando cada vez son más las familias que se quedan sin horizonte, y cuando se deberían sumar esfuerzos para buscar salidas.

 

Y es tal el desatino que incluso muchos de los colectivos que se erigen en defensores de la sociedad están manipulados y esconden intereses partidistas, cuyo verdadero fin es desgastar a los que gobiernan, práctica que, desgraciadamente también se ha extendido entre periodistas y medios de comunicación, donde el amarillismo ha alcanzado una intensidad tan grande que ya rivaliza con los rayos del sol.

 

La carrera por el éxito lo está enfangando todo y poco importan ya la responsabilidad, la rigurosidad o el buen hacer. El sistema se ha convertido en una gran cloaca, ante la que resulta muy acertado el lema del 15M: De la indignación a la rebelión: "Este mayo demostraremos que no nos vamos, que no nos rendimos, que seguimos construyendo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario