jueves, 26 de septiembre de 2013

“Voilà”



Cuando me tocó optar por un idioma marqué la casilla de Inglés, pero en aquellos tiempos poco se podía escoger. Tenía 11 años y los planes de estudio decían que era el momento de iniciarse en una lengua extranjera. Sin embargo, faltaban  docentes y el Francés se impuso como única alternativa.

 

De momento no iniciaría el camino que imaginaba me llevaría a viajar y vivir en Nueva York, pero descubrir algo nuevo siempre me pareció fascinante, de modo que dos días antes del comienzo de las clases, cuando mi madre trajo los textos que acababa de comprar en la librería, me puse a leer.

 

¿Alguien sabe como se dice aquí está? ¿Qué palabra se utiliza para presentar una cosa?, preguntó el maestro, y yo levanté la mano: “voilà”, pronuncié muy orgullosa, sin saber que aunque así se escribe debía pronunciar “vualá”. Ni idea tenía de las reglas de pronunciación francesas y algo parecido le debe pasar a la “pobre” Ana Botella, que tanto nos ha hecho reír estos días.

 

Uno se ríe, porque como bien dicen los sabios, “más vale reír que llorar”, pero lo que realmente ha provocado la alcaldesa de la Capital de España es otra arruga profunda que se añade a los surcos de tristeza causados por el desgobierno y los políticos de este país.

 

Comparar a la representante de Madrid con la pequeña que quería aprender es, además de injusto, del todo imposible. Esa mujer ha tenido muchos más años y muchísimo más dinero para formarse como debía por madurez, por cultura, por responsabilidad y por vivir del erario público.

 

Bien mirado, sin embargo, la verdad es que no sobran las razones para reírse y bastante falta que nos hace – sin la risa es imposible vivir – ¿Tendremos, por tanto, que estarle agradecidos a la mujer de Aznar, que tan bien ha sabido colocarse y que “tan bien” lleva lo de representar a la mayor ciudad española?

 

Es más, ¿podemos responder con sinceridad y negar que nunca hemos tenido un patinazo hablando idiomas? Cuando llegué al instituto no lo dudé. En esa etapa sí había posibilidades y me cambié al inglés, como también hizo otro compañero al que, como le debe suceder a la edil madrileña, le resultaba difícil entender que en otros lugares no se hablara como en su casa.

 

Preposición inglesa que se traduce por a/hacia, to, pronunciado “tu”; infinitivo del verbo ir, to go, lectura que hizo aquel compañero de la expresión ir a, “tu gu tu”. Otro motivo de risa que también tiene doble interpretación, pues bien podría ser el arranque de lo que merece Botella y los que son como ella, una frase que siendo suaves podría quedar en “pa’ la calle”, que decimos los canarios.

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