La rentrée
Pasaba
las páginas despacito, impregnándome del olor de los libros. ¡Cuántas cosas
nuevas por descubrir! Y pronto me encontraría de nuevo con los compañeros de
clase, lo que siempre hacía de septiembre uno de los mejores meses del año, un
mes cargado de ilusión y esperanza.
La
historia se repite y no debemos dejarnos convencer por los que piensan que la
alegría de la “rentrée” es sólo es un espejismo. Alegrémonos por los datos
positivos con los que arranca esta temporada y que aluden al descenso del
desempleo: Canarias ha anotado la mayor bajada del paro en agosto.
Los
registros apuntan, además, que ya son 3 meses de reducciones consecutivas, de
modo que se contabilizan cerca de 11.000 parados menos. Claro que aún hay más
de 286.000 isleños sin trabajo. ¡Qué felices aquellos años escolares en los que
nada de todo esto sabía!
Entonces
la economía tampoco iba muy bien, pero yo era tan feliz como los hijos de la infanta
en los que nos vamos a gastar cientos de miles de euros para que los “pobrecitos”
puedan estudiar en los mejores colegios de Suiza. Yo, como la inmensa mayoría
de los españoles, iba a un colegio público, que para más inri era una
instalación prefabricada de hojalata, pero poco importaba mientras pudiera soñar
con todo lo que tenía por delante.
Sueños que
desgraciadamente no tendrán demasiados niños sirios. Ya hay más de 2 millones
de refugiados y un premio nobel de la paz ha apostado por una guerra, que amenaza
con ennegrecer todo la luz de este mes de septiembre. ¿Será que tienen razón
los pesimistas? No, que no nos roben las buenas sensaciones de este mágico
periodo del año, en el que todo vuelve a comenzar.
Hemos
pasado uno de los mejores veranos de la historia. Las estadísticas de
accidentes de tráfico así lo confirman: sólo 4 muertos al día en las carreteras
españolas, han venido más turistas que nunca y también ha disminuido el paro
nacional.
Son los
datos positivos que destaca el Gobierno de Rajoy que, sin embargo, no grita tan alto el nombre de Bárcenas; que se
ha reducido un 5,6% el dinero que se gasta en los parados, que el descenso del
desempleo en agosto se limita a 31 personas o que hay casi 100.000 afiliados
menos en la Seguridad Social.
El
horizonte sigue gris, pero hay que seguir luchando aunque para conseguirlo tengamos
que apelar al recuerdo de los efluvios del papel impreso. Y pese a que cada día
resulta más difícil afrontar gastos, ilusionémonos con lo que puede ser posible;
recuperemos la risa que nunca nos faltaba cuando éramos niños.
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