“Bájate
de ahí que te vas a caer”. Jajaja “Mira que te harás daño” Jajaja “Te caerás”.
Jajaja. No me importaba lo que mi madre me decía; no la escuchaba, no la creía.
“Imposible – pensaba para mis adentros – no ves que bien camino” y acabé por
pagar mis ínfulas de grandeza.
Apenas
habían pasado cinco minutos desde la última advertencia cuando se me deslizó el
pie y acabé en el suelo. “Mis leotardos nuevos”, acerté a balbucear haciéndome
la valiente cuando vi la sangre brotar por el agujero que me acababa de hacer
en aquellas medias azules que tanto me gustaban.
Ella
no dijo nada; me recogió y me cuidó, confiando en que hubiera aprendido la
lección, pero por aquel entonces yo era casi tan testaruda e ignorante como lo
son ahora los representantes del Partido Popular, que no muestran ningún rubor
tras el batacazo sufrido en las elecciones europeas.
Eufórico
se mostró José Manuel Soria la noche de los comicios, en los que sólo tenía
ojos para verse vencedor, sin sopesar los miles de votos perdidos. “Bueno, era
sólo la alegría del momento”, podría argumentar algún confiado, pero es que
lejos de decrecer la arrogancia popular aumenta con el paso de los días.
La
actitud del ministro que se olvido de Canarias no es un caso aislado. Más bien es
un proceder generalizado entre la derecha española, a la que poco parece
importarle lo que sufren y advierten los ciudadanos. Sólo así se explican las
últimas declaraciones del secretario del PP canario, Asier Antona, y el
presidente en Tenerife, Manuel Domínguez.
Lejos
de anunciar cambios, renovaciones o búsquedas de sintonía, los miembros del PP
tinerfeño han asegurado que su partido ha entendido el mensaje de los
ciudadanos, pero no cambiará las políticas. ¿Cómo se les quedó el cuerpo?
Insisten en que las políticas de ajuste del Gobierno de Rajoy son necesarias
para llevar al país a la recuperación económica.
Al
parecer no les importan las víctimas que se están quedando por el camino y, por
si fuera poca la soberbia, esta misma semana el Partido Popular ha defendido en
el Congreso las prospecciones petrolíferas en las aguas españolas. ¿Total, qué
son para ellos las miles de personas que rechazan el petróleo, los gobiernos a
los que se resta legitimidad o los expertos que demuestran los peligros y apuntan
la necesidad de implantar energías limpias?
La
única pena de tanto oído sordo es que no sean más las personas que acudan a
manifestarse y expresar en las urnas el rechazo a una forma de gobernar que ya
no vale ni conduce a ningún progreso.