¡Otra vez esa señora. No la soporto mamá, siempre
me pregunta lo mismo! Mi madre sonreía y trataba de tranquilizarme con una
caricia, pero el disgusto era más fuerte. ¡Encima, es que me aprieta el cachete
y me hace daño mamá! Entonces yo no comprendía la importancia de las raíces.
¿Y tú de quién eres? Preguntaba la buena mujer,
cuya mente la obligaba a repetir una y otra vez la misma pregunta. Ella sentía
afecto por todos los niños y las niñas de la plaza, pero le costaba recordar
sus nombres y los nombres de sus padres. Cuando eres joven, mucho más cuando
eres niño, le restas importancia a esos datos; te sientes único, fuerte y
capaz.
No obstante, con el tiempo tomas consciencia de la
importancia del grupo; siempre surgen momentos en los que necesitamos ayuda y acudes
a los tuyos, a los más cercanos. No se trata, sin embargo, de una distancia
lineal, pues hay veces en las que el respaldo llega de lejos, como de lejos le
ha llegado mucha ayuda a Canarias.
La geografía coloca a las Islas más cerca de
África, pero la cultura nos ha hecho europeos, y no deberíamos comportarnos
como aquella niña pequeña a la que le molestaba que le preguntaran por sus
orígenes. Aunque nos duela algún que otro pellizco, tenemos que sentirnos
orgullosos de Europa y contribuir a su progreso, que también es el nuestro.
No conviene, por tanto, olvidarnos de las próximas
elecciones. El 25 de mayo se eligen los representantes que gobernarán los
destinos de nuestra comunidad y, pese a lo mucho que dejan de desear la mayoría
de los políticos, resulta demasiado peligroso dejarlos decidir sin siquiera
escoger la opción que más nos convenza.
Al contrario de lo que podría pensarse dada la
distancia física, las elecciones europeas son absolutamente fundamentales para España y, en concreto, para Canarias. En un contexto político
en el que las políticas económicas
están cada vez más dirigidas y encorsetadas desde Bruselas, donde los últimos
años han liderado los conservadores,
imponiendo una política que sólo ha generado pobreza y paro, es necesario un cambio de dirección.
Y ese cambio
sólo puede producirse con políticas que impulsen de la generación de
riqueza y la redistribución de la misma; políticas que pongan el acento en lo
social y no en la dominación económica, políticas que integren, no que aíslen o
discriminen. Por eso es fundamental la
participación. Recordemos siempre de quién somos y quiénes queremos ser. ¡Qué
nadie nos gobierne a su antojo!
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