jueves, 21 de marzo de 2013

Debate santo


¡En pie! Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre… El ritual se repetía todas las mañanas y marcaba el comienzo de las clases. Sobre la pizarra un crucifijo y sobre la mesa del profesor, la foto de un jefe de gobierno que no se podía cuestionar.

 

Aún era demasiado pequeña para comprender los cambios, cuando la foto individual fue sustituida por la de una pareja de reyes y pronto se suprimió también el símbolo religioso y el rezo inicial. España se declaró país laico desde hace más de tres décadas y, sin embargo, todavía hay quien rechaza que haya actividad pública durante las festividades de la iglesia.

 

El Parlamento canario ha fijado la celebración del Debate sobre el Estado de la Nacionalidad para los próximos 26 y 27 de marzo, o lo que es lo mismo, el martes y el miércoles de Semana Santa que, según algunos gobernantes y expertos en temas de gobierno, además de otros tantos generadores de opinión, no es el mejor momento.

 

Los argumentos en contra apuntan hacia una clara intención de ocultar, pasar desapercibido o evitar críticas en unos momentos en los que son pocas las victorias que se pueden contar. Entienden que  esos días la población estará más distraída con la celebración cristiana que conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús o, en su defecto, con las correspondientes vacaciones.

 

Se olvidan, sin embargo, de que pocos son los que a estas alturas de la crisis pueden permitirse vacaciones y menos aún los que siguen la actividad del Parlamento de Canarias, ni siquiera en “período laboral”. Y se olvidan también de que todos los parlamentarios, que se sientan en mullidos sillones y se mueven por pasillos y despachos de señoriales edificios, son unos privilegiados que mantienen copiosos sueldos, pagados por todos y cada uno de los ciudadanos.

 

Lo mínimo que se puede pedir a nuestros trabajadores, es decir a todas las personas que se dedican al interés general, es que se ganen su salario, con más razón dada la realidad actual. Incluso habría que exigirles esa mayor productividad, que tanto se ha puesto de moda: hacer más con menos.

 

Negar la posibilidad de un debate público en una época vacacional que más tiene que ver con la fe que con el merecido descanso de un país aconfesional, resulta, cuando menos ilógico, y sólo facilita las vacaciones de aquellos que en lugar de relajarse, lo que tienen que hacer es trabajar más y mejor  - en Semana Santa, en agosto, todos los meses y todos los días - , con exámenes no sólo cada 4 años, sino de manera habitual, para que crezca la participación y podamos avanzar.

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