La Canarias real
El
despertador sigue sonando a las seis y media, pero yo no le hago caso. Ya no
tengo trabajo. Pienso en mi madre; seguro que ella sí se levantó hace rato;
siempre le ha gustado aprovechar la primera luz del día ¿Pero qué voy a hacer
yo? ¿Dónde ir, dónde buscar?
¿Y qué
hará mi vecina? Ella también se quedó sin empleo hace tiempo, justo un mes
después de que en la empresa de su marido hicieran un ERE y lo dejaran en la
calle. Encima ellos tienen tres niños pequeños y el dueño del piso les ha dicho
que ya no les espera más para cobrar el alquiler. El desahucio es inminente.
Cada día
somos más los que nos enfrentamos a lo mismo. Otra vez me acuerdo de mi madre,
a la que le resulta complicado entender este mundo y, sin embargo, gracias a su
cada vez más reducida paga – ahora tiene que pagar medicamentos - aún comemos.
Me asomo
a la ventana y veo a los chicos del barrio, tampoco ellos tienen nada que hacer
y desde primera hora se reúnen en la plaza ¿De qué hablarán? ¿Cuáles serán sus
horizontes? Al menos cuando yo tenía su edad teníamos claro que estudiar nos
garantizaba un trabajo.
La semana
pasada visité tres empresas y eché seis currículum – ya son más de 50 desde que
empecé la búsqueda-, pero la respuesta sigue siendo la misma: “la cosa está muy
mal, te tendremos en cuenta si surge algo” Creo que iré a hablar con algún
político; he oído decir que se celebra el Debate del Estado de la Nacionalidad
Canaria, y puede que encuentre sensibilidad.
Incluso
leí en algún lado que alguno de ellos se ha propuesto hablar de la Canarias real,
no de la oficial que dibuja el Gobierno. Claro que esto lo decía un personaje
de la oposición… Mejor me quedo con las intenciones de generar optimismo
esgrimidas por los gobernantes, que para algo cobran ¿no?
También
oí que en Suiza el número de personas que vive de la política apenas supera las
150 ¿cuántos miles hay en España? Sólo en mi pueblo son más de 50 y si sumamos los 31 municipios, el
Cabildo, el Parlamento, el Gobierno regional, la delegación del Ejecutivo,
organismos colaterales… Mejor no los cuento.
La
política es necesaria, pero la hemos pervertido. Ya no se buscan profesionales,
se atienden compromisos y, por supuesto, que los políticos se merecen un
sueldo, pero qué tal si se ajustan las cuentas; qué tal si dejan de favorecer a
los amiguitos y se valora el trabajo. Tal vez así descubran que lo han hecho y
lo hacen mal, no sólo en sanidad o en educación… Tal vez así descubran la
verdadera Canarias real.
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