Amigos para siempre
¡Mamá,
mamá, levántate que se me va a hacer tarde para ir al colegio! Tenía tres años e ir a clase era mi mayor
ilusión. Hoy todavía lo mantengo. No sólo porque nada me parece tan grandioso
como aprender, sino porque, además y por encima de todo, se hacen amigos.
Sixto,
Conchi, Luis o Begoña son sólo algunos de los compañeros que conocí en el curso
que ahora termina, y que se quedarán para siempre entre mis amistades. El
círculo de conocidos se ha ampliado también con María José, María, Mónica,
Nelly, Gustavo y otros cuantos recién “licenciados” en el nivel avanzado 2 de
francés.
2013 está
siendo el año de los idiomas, a veces imposibles de entender hasta dentro de
las fronteras del propio país, miren sino a ver quién entiende las noticias
económicas con las que nos golpean cada día. Ni siquiera con el inglés, que
también me ha traído a Nayra, Espe, Helen, Marina, Bárbara, Juan, Miguel,
Alicia, Mary Cruz, Jesús, Ignacio, Tita… y se dice el lenguaje de los negocios,
es posible comprender la receta de los gobiernos contra la crisis: recortes e
impuestos que asfixian a los más débiles.
Ninguna
lengua hace comprensible las prácticas poco comunes de la casa real y, póngase
en la jerga que se ponga, no hay forma de racionalizar las declaraciones del responsable de relaciones laborales de la CEOE, al que le parecen excesivos los días de
permiso fijados por defunción de un familiar.
¡Ah, pero no desesperen! Seguro que sí será posible participar del
espionaje masivo que envenena la diplomacia internacional y, aunque se cumplan
los grises pronósticos sobre la caída del turismo extranjero, en Canarias
siempre será necesario hacernos entender y comprender a los visitantes.
Un aplauso, por tanto, a la Consejería de Educación del Gobierno de
Canarias – para una buena idea que tiene el PSOE regional, habrá que
reconocérsela – por la iniciativa que llevará a abrir los comedores escolares y
reforzar los conocimientos de lengua extranjera durante el verano. Lástima que
no se valore como debe el esfuerzo de la comunidad educativa.
Y otro reconocimiento, este mucho más merecido y sentido, para todas y
cada una de esas personas que se han decidido a estudiar idiomas, una práctica que
no ayuda a ser de verdad europeos; nos abre la mente, y nos incorpora a una
carrera de fondo que se prolongará toda la vida pero que, precisamente por ser
tan larga, aporta una inmensidad de satisfacciones.
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