martes, 29 de octubre de 2013

Súper coco Montoro



Ahora estoy cerca... ahora estoy lejoos. El teleñeco corría en la pantalla del televisor. Era Súpercoco y me encantaba. A la hora de la merienda siempre veía Barrio Sésamo, un programa con el que niñas y niños de este país aprendimos un montón de conceptos, que no parecen estar tan claros para algún que otro ministro español.

El responsable de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, no debió seguir aquel maravilloso programa o tal vez se saltó demasiados episodios, pues de otra manera no se explican sus recientes declaraciones. Esta misma semana el destacado representante del Gobierno aseguró que los salarios en España no están bajando, sino que están moderando su crecimiento.

Esto es arriba... esto es abajo, explicaba también aquel entrañable muñeco azul, al que Montoro parece haber entendido al revés, o ¿será que el ministro habla de su propio salario y no del que cobra el común de los españoles? Podría ser, porque lo que está claro es que el conjunto de los trabajadores de este país ha sufrido significativos recortes de sueldo, cuando no se ha quedado sin trabajo.

Montoro ha asegurado que es compatible moderar salarios y ganar poder adquisitivo y ha añadido que, gracias a esa moderación, se están abriendo las puertas a la recuperación económica. Atónita me han dejado sus palabras, superando incluso el efecto que en aquellos maravillosos años de mi infancia conseguía Súpercoco, y al que bien podría sustituir Súper Montoro y su lucha por la buena marcha de la economía.

Pero puestos a pensar en personajes de los Teleñecos, que tal si recordamos, además, al Conde Draco, que con tanta gracia nos enseñaba a contar. ¡Una aceituna, jaja, dos aceitunas jajaja, tres aceitunas, jajajaja...!

El ministro Montoro no sólo ha hablado para la prensa escrita. También se ha prodigado en la radio, donde ha afirmado que España está saliendo de la crisis y como ejemplo ha puesto la presencia de aceitunas en todos los establecimientos de comida rápida o “fas fud” a nivel mundial, como él dijo, poniendo de manifiesto una vez más elevado nivel de inglés que tienen los políticos españoles.

Mejor recuperamos a Súpercoco, el Conde Draco, la rana Gustavo, Epi, Blas y tantos y tantos personajes que de verdad nos hacían pasar buenos ratos.

¡Despierta!



¡Mamá, mamá despierta, que se me va a hacer tarde para ir a clase! Sólo tenía 5 años y quizás por eso guardaba toda la ilusión y la fuerza de la vida; cada día era una nueva oportunidad y no quería que se me escapara ninguna, así que apremiaba a mi madre para que se levantara y me preparara el desayuno.
Ella tenía bastantes más obligaciones que yo. Siempre se iba a la cama agotada y por eso le costaba más que a mí. Puede que hoy le pase lo mismo a la sociedad española en general; necesitamos un impulso, y necesitamos, sobre todo, despertar del conformismo y pasar de las palabras a la acción.
Son demasiados los malos momentos; demasiados los agujeros con los que nos han obligado a apretarnos el cinturón, mientras unos pocos – particularmente bancos y grandes políticos - mantienen la holgura. Y demasiadas también, las mentiras o las interesadas interpretaciones con las que nos golpean día tras día.
Esta semana entró en vigor una nueva subida del precio de la luz, la tercera en lo que va de año, y hemos conocido que los Presupuestos Generales del Estado para 2014 congelan sueldos para funcionarios y vuelven a reducir la inversión para el empleo en Canarias.
Como contrapartida, sin embargo, nos han querido vender que las pensiones suben un 0,25 por ciento, es decir, 1 euro para los que cobren en torno a 400 euros mensuales y 1 euro y medio para los que tengan el sueldo medio, que para el común de los mortales es de unos 600 euros/mes, pero para los diputados nacionales de fuera de Madrid suman 1.800 euros, tan sólo en concepto de manutención, añadidos a los 2.800 euros que cobran como salario regular.
Todo esto y mucho más lo sabemos y comentamos en tertulias de despacho o sobremesa, pero poco más. Nos han convencido de que nada se puede hacer y cada uno intenta arreglárselas como puede. Llegamos así a extremos como el que estos días se vive en Candelaria, donde sólo Altesa se ha decidido y el resto de los supermercados se niegan a colocar un carrito de la compra para que el consumidor pueda hacer una aportación a una campaña de solidaridad alimentaria.
Y llegamos así a no participar ni en las manifestaciones o consultas que se convocan, cuando en realidad lo que debería suceder es que cada día, y cada vez con más fuerza, se expresara el desacuerdo con tantas y tantas políticas injustas. ¡Despierta! Decía aquella pequeña que quería ir al colegio, y despierta se ha oído gritar a muchos pueblos. Hoy más que nunca, ¡Despierta!