viernes, 27 de junio de 2014

Siempre positivo, nunca negativo



La llegada del verano equivalía a un aumento de felicidad. Los días se alargaban; podíamos estar más tiempo en la calle, y pasábamos muchas noches bajo las estrellas. Manolo Pico sacaba una manta al callejón, la tiraba en el suelo y allí se tumbaba rodeado de sus hijos y de todos los niños y las niñas de la plaza.

Nos contaba historias sobre los caminos del cielo o simplemente jugábamos a las adivinanzas. Todo eso pasaba, además, después de la noche más mágica del año: por el día  recogíamos maderas y cosas viejas, las juntábamos y lo quemábamos todo en la víspera de San Juan.

Este año también hubo fuego y la magia se repitió. Sin embargo, ya no está Manolo ni sus maravillosos cuentos. Hemos crecido y el mundo se ha complicado de tal modo que resulta difícil aplicar la filosofía de aquel buen hombre de Granadilla que, con el tiempo y con otro acento, haría popular un entrenador de fútbol.

Manolo Pico siempre fue positivo y con su ejemplo nos enseñaba a alejarnos del pesimismo. Pero aquellos eran otros tiempos, años en los que aún creíamos en la pureza de las princesas, mientras que hoy debemos juzgarlas por blanqueo de dinero y fraude fiscal. Y mucho más puro era también el estado de nuestra costa, hoy en grave peligro de extinción.

El Tribunal Supremo ha rechazado los 7 recursos presentados contra las prospecciones petrolíferas que se van a realizar en aguas cercanas a Lanzarote y Fuerteventura. El Gobierno canario ha dicho que seguirá luchando y que apelará a las instituciones europeas, pero la sentencia es un duro revés para quienes creemos en un modelo de vida diferente.

Los defensores del petróleo aluden a la riqueza económica y los puestos de trabajo que se podrían generar, sin dejar de recordarnos que estamos muy cerca de Marruecos y que, por tanto, es imposible evitar el riesgo. Se olvidan, no obstante, de que se debe proteger y apelar a la protección, no imitar iniciativas que atentan contra el medioambiente, por no hablar de que Canarias tiene otras muchas fuentes energéticas menos dañinas e igual de rentables.

Sin duda, los veranos de mi infancia eran más felices; acabábamos de salir de una dictadura y mirábamos con ilusión al futuro que estaba por venir. Teníamos mundo por construir y no imaginábamos que 35 años después aún estaríamos preguntándonos qué modelo de desarrollo seguir. Pero hagamos como hacía primero Manolo y después repitió Louis Van Gaal: Siempre positivo, nunca negativo. ¡Aún estamos a tiempo!

El principito



“Había una vez un rey que tenía tres hijos…” Ella empezaba a hablar y mi hermana y yo la mirábamos boquiabiertas, embelesadas por las palabras que salían de su boca y aquellas historias fantásticas con las que fuimos creciendo y que, sin duda, han influido en nuestra visión del mundo.

Los cuentos entretienen, despiertan la imaginación y hasta transmiten conocimientos, pero finalmente son sólo eso, cuentos de los que se puede sacar alguna enseñanza. La realidad pocas veces se asemeja a los cuentos, mucho menos a aquellas maravillosas historias que me gustaba escuchar de pequeña.

La realidad tiene mucho más que ver con el estudio de la Fundación Bancaja y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas que se ha publicado esta misma semana, en el que se muestra que los seis años de crisis transcurridos desde 2007 hasta 2013 han provocado en Canarias que el índice de pobreza humana haya crecido un 12,4 por ciento.

El incremento de nuestra región es siete veces más del que ha registrado en el conjunto de España, y sólo lo supera Extremadura, que ha sufrido un repunte del 15,5 por ciento. Pero es que, además, en Canarias, el paro de larga duración ha crecido un 554,7 por ciento y las familias del Archipiélago disminuyen su gasto en alimentación.

Hay menos dinero y se recorta también en comida. Según otra de las noticias difundidas esta semana, las Islas han disminuido un 13,7 por ciento su gasto en alimentación entre 2010 y 2013, lo que sitúa a nuestra región como la de mayor descenso nacional. Esa es la realidad, pese a que haya mucha gente empeñada hacer como que mira, pero vive con los ojos cerrados.

El mismo día en que se dieron a conocer los datos apuntados, Juan Carlos I firmó la ley de abdicación por la que cedió la Corona a su hijo. El principito ya es rey y nada tiene esto que ver con el niño sabio de otro planeta protagonista de aquel cuento popular magníficamente escrito.

La ley de abdicación entró en vigor esa misma medianoche y Felipe VI llega hoy siendo Rey al Congreso de los Diputados, donde tiene lugar la proclamación del monarca. Los miembros de las Cortes Generales y unos 170 representantes institucionales se doblegan ante un nuevo rey en una sesión solemne bien parecida a las que se celebraban en la Edad Media.

Solemos decir que el mundo cambia de manera muy rápida; nos asombramos ante la vorágine de los tiempos pero, ante acontecimientos como el que hoy centra todas las miradas, la realidad es que uno se pregunta si realmente han cambiado las cosas y para quién.

jueves, 12 de junio de 2014

La baraja está trucada



Era sábado y, como cada sábado, mi madre nos llevaba a casa de mi abuela, una mujer generosa que sólo tenía un diente; una mujer que por encima de todo sabía amar, y que murió por el amor que siempre le profesó a los suyos. En su casa me esperaban mis tíos, prácticamente de mi edad, pero algo mayores y siempre decididos a demostrármelo. Jugábamos mucho a las cartas y yo, que también peleaba por hacerme un hueco, me había aprendido algunos trucos.

Nada era suficiente. Decididos a hacer valer su supremacía, se aplicaban con esmero y si no podían ganar limpiamente no dudaban en trucar la baraja. Asistimos esta semana en España a un debate que, pese a tener bastante más trascendencia que aquellas prácticas de tíos y sobrina, emplea la misma táctica. Simula participación y democracia, pero todo está amañado, atado y bien atado.

La ley de abdicación aprobada por el Consejo de Ministros de forma exprés para pilotar la sucesión de Juan Carlos I llegó al Congreso con la defensa cerrada del PP y PSOE a la proclamación de Felipe VI, prevista para el día 19.

Argumentan los partidos mayoritarios y también algún otro, de cuyo nombre prefiero no acordarme, que hay que respetar la Constitución, y que el debate no está en si queremos rey o no, sino en dejar abdicar al monarca. Yo creo, sin embargo, que se equivocan o quieren equivocarnos, pues ningún momento más propicio para promover el cambio que nuestro país necesita.

No podemos olvidar, además, lo que recordó algún parlamentario al asegurar que el 64 por ciento de los españoles de hoy no pudo votar la Constitución ni el modelo de gobierno que nos impuso Franco. Igual que la izquierda a la izquierda del PSOE, yo no tengo ninguna duda: Es necesario que el pueblo opine cuanto antes sobre si quiere monarquía o república.

Y es necesario, además, que se consulte a la población sobre todos y cada uno de los asuntos importantes de la nación. Si en verdad queremos que el pueblo sea soberano no tiene sentido que perpetuemos un derecho hereditario de sangre, que degrada nuestra condición de ciudadanos y nos convierte en súbditos.

Que Felipe VI sea un hombre bien preparado, poca gente lo duda – hasta bueno estaría con las oportunidades que ha tenido -, y tampoco se duda de que sea buena persona, pero su tiempo ya paso, al menos como se entendía hasta ahora. El mundo ha evolucionado, la sociedad se transforma a una velocidad de vértigo, y resulta del todo ilógico y peligroso pretender seguir manteniendo los modelos del pasado.

sábado, 7 de junio de 2014

Tu opinión cuenta!!

7 de Junio, un día importante. De nosotros depende nuestro futuro. ¡Qué nadie decida por nosotros! Hoy manifestación en todas las Islas en contra de las prospecciones petróliferas. En Tenerife a partir de las 18:00 horas en la Avenidad de Anaga, Santa Cruz. Nos vemos allí.

El secreto mejor guardado




“Cuando quieras que algo no se sepa, no se lo digas a nadie”, me advirtió mi madre después de que le contara que mi mejor amiga me había traicionado. Yo hasta entonces, y me temo que aún hoy, confiaba ciegamente en la amistad. Pese a las continuas decepciones, sigo creyendo en la gente.

Mi madre siempre ha sido más sabia, más prudente, mejor. Es una mujer única, una reina que nada y mucho tiene que ver con la realeza española. Nada porque está por encima de cualquier título nobiliario, su mérito es mucho más grande, y todo porque acabamos de saber que el rey Juan Carlos también practica sus enseñanzas.

El monarca español no confió ni al Papa, cuando le vio en abril, ni a los jeques y sultanes del Golfo, a los que llama hermanos, que iba a traspasar la herencia recibida de sus antepasados e impuesta por Franco. Igual que me aconsejaba mi madre, él no dijo nada de la abdicación a favor de su hijo.

El pasado lunes nos desayunamos con la noticia del año, un secreto bien guardado y para el que, al parecer, se barajaron hasta tres posibles fechas. Todo estaba calculado y todo sigue estándolo, pues ya sabemos incluso que Felipe ascenderá al trono el próximo día 18.

Rápido, rápido, rápido. Lástima que no todas las cosas funcionen igual en este país, y lástima también que los gobiernos no sigan, como yo, creyendo en la gente. Se dicen democráticos y se les llena la boca hablando de la voluntad popular, pero la realidad es que ni escuchan ni quieren escuchar al pueblo.

Arropados en normas y procedimientos, cierran las puertas al fundamento mismo de la organización social que defienden. Rechazan las consultas ciudadanas y desoyen gritos como el de “Borbones, a las elecciones”, que miles de personas han gritado en las calles. ¿Por qué no hacer un referéndum? ¿Por qué negar la posibilidad de que la población decida?

El desprecio del gobierno no sólo se pone de manifiesto en el tema de la monarquía, de eso sabemos bien los canarios, que también estas semanas hemos asistido a la cerrazón estatal respecto a las prospecciones petrolíferas. Nos tratan de imponer una marea negra, pese a que las Islas son ricas en energías solar, eólica e hidráulica.

¡Cuánta torpeza! Pero Canarias seguirá luchando, y a nivel nacional puede que el que todavía hoy es príncipe sea listo y sorprenda a España con el anuncio de una consulta de la que, sin duda, todos saldríamos reforzados. Él podría tener el respaldo o la tranquilidad, y nuestro país alcanzaría la unidad, la proyección de modernidad y el impulso que necesita.