viernes, 18 de enero de 2013

La crisis de las rebajas



Me enamoré de unas esclavas amarillas. En casa no había mucho dinero, pero mi madre, como todas las madres, tiene debilidad por su hija así que, después de escuchar una y otra vez que yo quería aquellas cholas, me mandó a que preguntara el precio.

Tardé menos de cinco minutos en llegar a la tienda y enterarme de lo que debía pagar para tener aquel tesoro, pues aunque no era de oro sino de goma mi madre tuvo que hacer un verdadero sacrificio para que pudiera comprármelo. Me dio el dinero y corrí de nuevo, pero cuando fui a pagar el tendero me dijo que aquello no me daba más que para cubrir un pie.

Desolada volví a casa y se lo conté a mi madre, que me cogió de la mano y me llevó de vuelta a la tienda, donde se mostró más que enfadada. El hombre se disculpó diciendo que sólo era una broma y salí del lugar con mis pies relucientes como el color del sol.

Sin embargo, no todas las historias relacionadas con el comercio tienen el mismo final feliz y si no que se lo pregunten a aquel muchacho que antes de Reyes vio una chaqueta preciosa que no se compró. Pensó que era mejor esperar a las rebajas, porque con la crisis no está la cosa para muchos gastos.

Transcurridos unos días llegó la oportunidad y volvió al establecimiento para descubrir que pese a los ansiados descuentos la chaqueta mantenía el mismo precio, con la única variación de que habían añadido una etiqueta que apuntaba, tachada, una cantidad mayor.

Lógica, por tanto, la estimación de los comerciantes, quienes aseguran que las ventas en las primeras horas de la campaña han sido menores que el arranque del año pasado. Reconocen que estos días hay mucha gente en la calle, pero insisten en que se vende menos.

Los descuentos que se anuncian oscilan entre un 15 y un 75 por ciento, pero los porcentajes más altos no se dan más que en camisetas o artículos muy pasados de moda. Claro que se puede encontrar algún chollo y que, por supuesto, la picaresca no es generalizada, pero por qué no se adelantaron los descuentos.

Para estas rebajas se dictó un decreto que permitía iniciar la temporada al 2 de enero, aunque en Canarias no llegó hasta el día 7, ya que un año más las comisiones insulares de comercio, en las que están representadas los comerciantes, optaron por esperar a después de las fiestas.

Tomada la decisión de no aprovechar el período de regalos por excelencia, aún sabiendo que la crisis ha menguado con mucho la posibilidad de gasto, sobran las lamentaciones de los empresarios, que obligan a sólo mirar y renunciar o buscar y rebuscar para poder comprar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario