Despierto
de la resaca de mi cumpleaños y quiero volver a dormir. Tres días desconectada
me han servido para oxigenarme, pero tan sólo tres minutos me devuelven a la
cruda realidad.
España
sufrirá en 2013 lo peor de la crisis, con una caída del PIB del 1,4 por ciento
y el paro al borde del 27 por ciento, 3 puntos por encima del actual, que de
reflejarse de igual modo en Canarias, colocaría a las Islas con un desempleo
del 36 por ciento de la población activa.
Otro titular apunta que España
superara los 6 millones de parados en 2014 y una noticia más recoge que la recuperación de la economía global se ha detenido
por el impacto de la recesión de la eurozona, así como de la desaceleración
mayor de lo esperado de varias economías emergentes.
Políticos
de aquí, de allá y de todos lados que están imputados y dimiten o se empeñan en
permanecer en el cargo; huelga en los hospitales y centros de salud de Madrid,
mientras que en el Archipiélago tanto los colegios profesionales como las
organizaciones sindicales vaticinan que aquí la situación se complica.
Los
médicos de las Islas creen que 2013 será más complicado si cabe que este año; incluso hay quien augura que en los próximos
meses se cerrarán centros de salud y servicios hospitalarios.
Se prevén
más de 150 despidos por los nuevos recortes en la sanidad regional donde,
además, empresas públicas y fundaciones perderán un 25 por ciento de sus
plantillas, y la Consejería de Políticas Sociales y Vivienda advierte de la
posible supresión de las ayudas a los jóvenes que se compren una casa.
Tras las elecciones y sin haber cubierto sus expectativas, el portavoz
del Gobierno catalán anuncia: "Tenemos por delante el peor presupuesto de
la historia de la Generalitat".
Menos mal
que a nivel local, aquí en Santa Cruz, se dibuja otro panorama, pues se informa
de soluciones para Valleseco y San Andrés, con un presupuesto de 30 millones de
euros. Claro que han sido años de reclamaciones y fallidos remedios, por lo que
falta ver si realmente se arregla el problema.
Un libro,
dos colgantes, un vestido, un juego de té, una semana de vacaciones en régimen
de todo incluido, un cuadro, una planta, un disco, otro libro, otro vestido,
unos pendientes… y sobre todo mucha, mucha alegría.
Me quedo
con los regalos que he recibido estos días y vuelvo a cerrar los ojos. Ha sido
una fiesta fantástica, en la que no oí hablar de la crisis. En cambio sí
escuche muchas risas y hubo muchos abrazos de esos de los que casi todos
estamos ya necesitados, pues si las penas con pan son menos penas, con amigos
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