jueves, 26 de septiembre de 2013

¿Por qué no te largas?



“Había una vez un rey que tenía tres hijos…” Podía ser el comienzo de uno de los muchos cuentos que mi madre me contaba de niña y que guardo entre mis mayores tesoros; un cuento como los que siempre dan comienzo a El Recortable, pero es parte de la realidad de España.

 

Desde hace ya casi 38 años este país tiene un monarca, que además fue proclamado el día de mi cumpleaños, de modo que de verdad podría ser el protagonista de una de las historias de mi infancia. Sin embargo, mucho me temo que este relato no terminará con un “… y comieron perdices y vivieron felices”.

 

Son demasiadas las familias que comen gracias a la solidaridad ajena que, claro está, no incluye aves selectas en el menú. La crisis ha golpeado con fuerza y la situación es bastante triste. Escasean los recursos y se imponen los recortes hasta en servicios básicos como la sanidad, que pierde calidad y sufrimos el común de los mortales, aunque no el rey.

 

El mandatario español tiene que volver a operarse - la intervención quirúrgica número 13 a la que se somete, la quinta en apenas año y medio – y de nuevo ha optado por la asistencia privada, evidenciando así su escasa creencia en el sistema público.

 

El rey da ejemplo a sus tres hijos y a toda la nación; escoge el Hospital Universitario Quirón, de  Madrid, y hasta allí se han desplazado fieles los medios de comunicación, a los que no les ha faltado espacio para relatar los pormenores de la llegada, el traslado al quirófano, la visita de la reina y demás avatares, a cual menos relevante.

 

Poco importa a la sociedad tanto detalle; duele, sin embargo, que para unos haya tanta celeridad y para otros tanto retraso. Y duele también que se siga manteniendo a la corona y a toda su descendencia, mientras se asfixia al ciudadano con subidas de tarifas – véase el reciente anuncio del Ministro de Industria sobre el recibo de la luz - y supresión de prestaciones.

 

Ante un panorama tan sombrío, sólo cabe utilizar la frase que en su día hiciera célebre al monarca cuando se dirigió al presidente de Venezuela. Habría, eso sí, que cambiarla un poco, de modo que aquel “¿por qué no te callas? quedara en un ¿por qué no te largas?

 

Nada tengo contra Juan Carlos, pero el tiempo de los reinados ya pasó. Tal es la necesidad que, aunque el PP y el PSOE atraviesan uno de los peores momentos en su relación política, esta semana los partidos coincidieron, con distinta intensidad, en abrir la posibilidad de regular, por primera vez desde que se recuperó la democracia, el papel del heredero  del trono. A ver si avanzamos.

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