viernes, 2 de mayo de 2014

¿Y tú de quién eres?



¡Otra vez esa señora. No la soporto mamá, siempre me pregunta lo mismo! Mi madre sonreía y trataba de tranquilizarme con una caricia, pero el disgusto era más fuerte. ¡Encima, es que me aprieta el cachete y me hace daño mamá! Entonces yo no comprendía la importancia de las raíces.

¿Y tú de quién eres? Preguntaba la buena mujer, cuya mente la obligaba a repetir una y otra vez la misma pregunta. Ella sentía afecto por todos los niños y las niñas de la plaza, pero le costaba recordar sus nombres y los nombres de sus padres. Cuando eres joven, mucho más cuando eres niño, le restas importancia a esos datos; te sientes único, fuerte y capaz.

No obstante, con el tiempo tomas consciencia de la importancia del grupo; siempre surgen momentos en los que necesitamos ayuda y acudes a los tuyos, a los más cercanos. No se trata, sin embargo, de una distancia lineal, pues hay veces en las que el respaldo llega de lejos, como de lejos le ha llegado mucha ayuda a Canarias.

La geografía coloca a las Islas más cerca de África, pero la cultura nos ha hecho europeos, y no deberíamos comportarnos como aquella niña pequeña a la que le molestaba que le preguntaran por sus orígenes. Aunque nos duela algún que otro pellizco, tenemos que sentirnos orgullosos de Europa y contribuir a su progreso, que también es el nuestro.

No conviene, por tanto, olvidarnos de las próximas elecciones. El 25 de mayo se eligen los representantes que gobernarán los destinos de nuestra comunidad y, pese a lo mucho que dejan de desear la mayoría de los políticos, resulta demasiado peligroso dejarlos decidir sin siquiera escoger la opción que más nos convenza.

Al contrario de lo que podría pensarse dada la distancia física, las elecciones europeas son absolutamente fundamentales para España y, en concreto, para Canarias. En un contexto político en el que las políticas económicas están cada vez más dirigidas y encorsetadas desde Bruselas, donde los últimos años han liderado los conservadores, imponiendo una política que sólo ha generado pobreza y paro, es necesario un cambio de dirección.

Y ese cambio sólo puede producirse con políticas que impulsen de la generación de riqueza y la redistribución de la misma; políticas que pongan el acento en lo social y no en la dominación económica, políticas que integren, no que aíslen o discriminen. Por eso es fundamental la participación. Recordemos siempre de quién somos y quiénes queremos ser. ¡Qué nadie nos gobierne a su antojo!

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